“Cuando un asesinato está en el tiempo paulo-post-futurum-, esto es, cuando no se ha cometido, ni siquiera, de acuerdo con el purismo moderno -y llega a nuestros oídos- hemos de tratarlo moralmente por todos los medios. Supongamos en cambio que ya se ha cometido y que podemos decir de él: tetelestai, está terminado, a continuación, la pobre víctima ha dejado de sufrir, y el miserable que le ha dado muerte se ha esfumado, nadie conoce su paradero; supongamos, finalmente, que hemos hecho cuanto estaba a nuestro alcance al estirar las piernas y correr tras el fugitivo, aunque sin éxito -abii, evasit, excessit, erupit- llegados a este punto, ¿de qué sirve la virtud? Bastante atención le hemos dedicado ya a la moral; le ha llegado el turno al gusto a las bellas artes...”.
Thomas de Quincey, periodista y escritor británico del siglo XIX, fue creador de la polémica que aconteció a la publicación de su apología “Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes” en 1827. Tomo parte de los crímenes realizados por John Williams (1812), que narra de forma minuciosa, para asentar un escrito intrínseco sobre los comienzos del asesinato, no con objeto de preceptuar la praxis, sino de disipar el discernimiento, El autor manifiesta que todo homicidio puede (y debe) ser criticado y juzgado estéticamente. Este se compone de 3 ensayos compuestos por Quincey para Blackwood: La "Primera" (1827) y "Segunda memoria" (1839), además de un "Post Scriptum" (1854).
En el primer artículo, narra anónimamente quien se identifica como “un hombre morbosamente virtuoso”, quien resuelve una conferencia para “La Sociedad de Expertos en el Asesinato”, cuya pasión se deleita en la comisión del homicidio. Este club se reúne para discutir críticas, como si de una pintura de arte se tratará. “La finalidad última del asesinato -comenta el conferencista--, considerado como una de las bellas artes, es precisamente la misma que Aristóteles asigna a la tragedia, es decir, “purificar el corazón mediante la compasión y el temor”.
¿Es la muerte un espectáculo digno de ser visto y gozado? Con esta idea, de humor negro irónico, regresa en el tiempo al «primer asesinato» cometido por Caín, y de otros famosos durante la historia hasta la actualidad anglosajona. Respecto a estos, dice desdeñar el veneno y demás «innovaciones abominables venidas de Italia» en favor del tradicional corte de garganta.
“En cuanto a la persona, supongo que debe ser un buen hombre, pues de otro modo él mismo podría estar pensando en la posibilidad de cometer un asesinato; …
También es claro que la elección no debe caer en un personaje público…
Tercero. El sujeto elegido debe gozar de buena salud; es absolutamente bárbaro asesinar a una persona enferma, que por lo general no está en condiciones de soportarlo…”.
Otra de sus ideas principales se enfoca, en el análisis de la mejor elección sobre quien asesinar, y concluye que debería ser un amigo, o en su defecto, algún conocido, de esta manera el sujeto no tendrá ninguna sospecha ni advertencia al momento, mientras que un completo desconocido se encuentra en estado de alerta.
“La gente empieza a darse cuenta de que en la composición de un bello crimen intervienen algo más que dos imbéciles, uno que mata y otro que es asesinado, un cuchillo, una bolsa y una callejuela oscura. Un designio, señores, la agrupación de las figuras, luz y sombra, poesía, sentimiento, se consideran ahora indispensables para intentos de esta naturaleza".
¿Qué es el arte? No debe hacer más, que forzarnos a confrontar aquellas emociones que engendra la representación de una idea, la del artista… aun cuando nos esforzamos por eludirle. El arte no debe ser bello, el arte no debe ser bueno; pues la única misión de su existencia es manifestarse y la realización de su cometido concluye al crear una emoción en la mente del observador a partir de la nada, y el privilegio de la elección, existe en la parcialidad de quien contempla lo sublime.
Báez, F. (2003). El crimen como hecho estético. Espéculo, revista de estudios literarios. No. 23. Universidad Complutense de Madrid. Sitio web: http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/quincey.html
De Quincey, T. (1981). Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes. Barcelona, España. ed. 156 p. Bruguera Editorial. ISBN 10: 8402078591
Lucero Maribel Herrera Soria
Lic. En Derecho/ Estudiante FMCC
Pachuca, Hidalgo.
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