Los vecinos que viven a los alrededores de la granja de Tennessee han tenido diversas quejas debido a los olores que ésta produce. Sin embargo, sus “chistes” son de lengua en mejilla, y muchos de los aromas que la brisa arrastra, no son particularmente placenteros para la nariz.
Lo que está plantado en el suelo ahí, no crece, no se recolecta. Son cadáveres humanos para el estudio e investigación de los científicos forenses.
Bienvenidos a la Facultad de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee, conocida comúnmente como “la granja de cadáveres”. Una cosecha única
Inició en 1972, con una dimensión de 3 acres, cuenta con una cerca cuya parte superior tiene púas, es un laboratorio forense situado en la intemperie que dedica su estudio al descubrimiento de la tafonomía y lo que sucede con el cuerpo humano una vez que pierde vida. Más de 300 cadáveres han sido donados para éste estudio, algunos de ellos nunca fueron reclamados y otros fueron donados para la ciencia.
Cerca de 50 cuerpos llegan anualmente al sitio de investigación, y la lista de individuos que desean donar una vez que fallezcan cada día crece más.
El paisaje de la granja es algo espeluznante. En el, están “sembrados” cadáveres en distintas circunstancias y situaciones simulando las escenas de muerte con la que las autoridades y los investigadores forenses se encontraron en los lugares de los hechos. En vehículos, escondidos en edificios, sumergidos en lagos, recostados en el llano o debajo de un arbusto; los cuerpos están a la espera del escrutinio de los estudiantes, profesionales forenses y abogados.
Por ejemplo, los agentes de la Oficina Federal de Investigación (FBI) regularmente visitan estos laboratorios para cavar y hallar los cuerpos que los trabajadores de la granja han colocado para simular escenas del crimen y esto con el fin de adquirir diversas habilidades para su trabajo de campo.
La investigación es enfocada al estado de descomposición del cadáver, así como en lo rápido que se deteriora bajo las diferentes circunstancias y procesos involucrados, como la degradación de las proteínas, caída de aminoácidos, niveles de gas en los tejidos. Los investigadores estudian cómo los procesos naturales del cuerpo impactan en el estado de descomposición y cómo los agentes externos (insectos y cambios climáticos) afectan también. Ambos factores tienen juegan un papel importante para estimar qué tiempo lleva un cadáver en la misma locación y así es como determinan el tiempo transcurrido desde el deceso. Ayuda de insectos
Quizá ningún otro insecto haya contribuido más en la estimación de la hora del deceso que los gusanos o larvas, los cuales salen de los huevecillos que ponen las moscas en los cadáveres.
Conociendo la línea del tiempo de la reproducción de éstos huevecillos, los investigadores pueden precisar una estimación del tiempo en que el cadáver perdió la vida. El tiempo en el que las moscas adultas ponen los huevecillos y el curso de los demás insectos son influenciados por las condiciones ambientales como el clima, locación, humedad; es por ello, que los cadáveres están colocados de esa manera en la granja.
Estos factores también influyen en procesos internos como la descomposición cadavérica, las membranas celulares y la filtración resultante del citoplasma que contienen las células. La bacteria descompone los tejidos celulares, liberando gas sulfuro de hidrógeno (la fuente del mal olor) y las enzimas digestivas convierten al cadáver en alimento.
Muchas fuerzas son las que influyen para la descomposición cadavérica y es lo que se sigue investigado en estos lugares.