Especialista en Investigación Criminal
y Delincuencia Organizada.
Uno de los temas que más ha magnetizado al mundo de la criminología moderna, es el dedicado a las personas ‘Asesinas en Serie’. Y lo es, entre otros prismas de observación, por sus características compulsivas las cuales son materializadas en su terrible consumación, dejando con ellas un gran impacto social. Aunque, dicho sea de paso, existen otros rubros de igual o mayor fascinación metodológica en la profundización de las ciencias criminológicas. En este sucinto apartado, nos ocuparemos un poco de ese patrón delincuencial, pero con la seria propuesta de un nuevo prototipo dentro de aquel.
Quien por primera vez acuñó el término ‘Serial’ (Serial Killer), fue el reconocido criminólogo y perfilador estadounidense Robert Ressler (1937-2013), quien de acuerdo a su modus operandi, los llegó a clasificar como organizados y no organizados, desarrollando de esta manera sus peculiares teorías, que coadyuvarían posteriormente en la construcción de los perfiles, logrando con ellas entrevistar a cientos de criminales, entre los que destacan Ted Bundy, Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy, Edmund Kemper, Charles Manson y muchos más. Sin embargo, en el devenir de los últimos veinte años, la mayoría de los especialistas de estos acuciosos análisis indagatorios, han coincidido que el término ‘Serial’ no puede constreñirse únicamente al homicidio, sino que dicho adjetivo se extiende a otro tipo de conductas antisociales, como la violación, los abusos sexuales, las lesiones, etc., y que la importancia de ese encuadramiento crimino-doctrinario, trasiega muy favorablemente a los diversos procesos de perfilación dentro del universo de la investigación criminal. Por su parte el doctor Joel Norris, en su obra Serial Killers: The Growing Menace, estableció que el iter criminae de un homicidio serial, consta de siete fases; áurea, pesca, seducción, captura asesinato, fetichista y depresiva.
En claro antecedente y soporte en esta última sistematización teórica, podemos concebir entonces al homicida serial, como la persona que, en dos o más ocasiones, priva de la vida a otras elegidas premeditadamente, que satisfagan plenamente su fase de retraimiento social, procurando utilizar en el acto homicida, semejantes patrones de conducta; los mismos ritualismos mentales y materiales, en la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades de destrucción de los impactos emocionales y complejos fantasmales, que mentalmente la han perseguido.
Ahora bien, la praxis al servicio de la investigación criminal, así como al sistema penitenciario y dentro de la misma cátedra, nos ha permitido dar cuenta de otra categorización delincuencial que obtiene su etiología doctrinaria en aquella serialidad, pero en este caso, de impulsos múltiples dentro de la psique de la victimaria y que tiene su culminación en hechos cometidos e indicios encontrados en los diversos lugares de intervención.
Personas que han perpetrado o consumado varias conductas delictivas seriales, pero de diversa tipología penal y las que pudieran estar o no, vinculadas entre sí, a las que, para efectos de un correcto análisis perfilador, podríamos denominarlas como Delincuentes Poliseriales. En atención a esta caracterización compuesta, en las conductas antisociales ejecutadas por una misma persona, consecuentemente se vuelve factible mencionar que al menos reviste cinco elementos fundamentales:
Varias acciones (no omisiones), que consuman hechos antisociales de tipo serial. Esto es, en dos ocasiones o más.
Los comportamientos criminales corresponden a diversa tipología penal, los cuales son efectuados por una misma persona victimaria o activa de delitos, pero en circunstancias, eventos y tiempos distintos. Vgr: Alguien que, en su patológico ritualismo mental, opta deliberadamente por cometer violaciones seriales a mujeres adultas entre semana y por otra parte, perpetra homicidios seriales a adolescentes en situación de calle, pero únicamente durante los fines de semana.
Por la diversidad de las conductas, la temporalidad y territorialidad en su consumación, aquellas pudiesen estar o no, asociadas entre sí.
En el desarrollo de los sucesos, prevalece una gran independencia en cuanto a su meticulosidad, desorganización o temporalidad para su realización. Retomando el ejemplo anterior, los ataques sexuales repetitivos son de realización organizada. Sin embargo, las privaciones de la vida a las personas menores de edad son de actuación desorganizada.
Evidentemente, la reincidencia Poliserial aludida nos indica un alto grado de perversión sociopática y que, en ocasiones, pudiera ser de tipo psicótico.
Como ha quedado de manifiesto, la intencionalidad altamente destructora de estas victimarias, las hace capaces de consumar varias conductas delictivas de corte serial (no las mismas), pero de múltiples tipos penales; las que cometen en eventos separados y que pueden estar relacionadas entre ellas o no; con independencia de la meticulosidad, desorganización o temporalidad para su realización. Para dar más luz ejemplificativamente real, refirámonos al famoso caso del méxico-estadounidense Ricardo Leyva Muñoz Ramírez, mejor conocido como “Richard Ramírez”, “Rick” o “El Acosador Nocturno”, quien entre los años de 1984 y 1985 privó de la vida a catorce personas en la ciudad de Los Ángeles, California, intentando utilizar en casi todos sus inhumanos actos, comunes denominadores materiales y conductuales que muy bien lo pudieran encuadrar en este calificativo Poliserial ya descrito: acciones devastadoras como degollar, extraer los ojos de sus orbitas, amarrar, asfixiar o disparar con armas de fuego, cumpliendo su perversa fantasía de disfrutar viendo el horror en el rostro de todas sus víctimas.
Por otro lado, y de acuerdo a sus declaraciones y demás pruebas desahogadas en el juicio ante la Corte, dicho victimario también disfrutaba secuestrar a niñas y niños para abandonarlos a cientos de kilómetros de sus hogares, sólo por el placer sádico de hacerlos sufrir. En algunos casos quedó debidamente demostrado, que el también autonombrado “La Muerte Andante” los violentó sexualmente, pero a ninguno les quitó la vida.
En otros eventos nocturnales y después de allanar las viviendas donde tan sólo se encontraba una pareja de moradores, liquidaba a los varones y posteriormente violaba a las mujeres, perdonándoles la vida a la mayoría. Como parte de su impronta o sello peculiar, era que la mayoría de las veces no se retiraba del lugar, sin antes degustar algunos alimentos que encontraba en el sitio, así como robar plácidamente y dibujar sus diabólicos pentagramas en cualquier área visible, en franca alegoría a su fuerte adhesión al satanismo, en ese entramado de creencias, rituales, fenómenos o hasta prácticas abyectas relacionados con la figura del demonio, en cualquiera de sus manifestaciones y que pueden traer consecuencias antisociales o delictivas ¡Como fue el caso! De ahí que una de las características que distinguían al escurridizo “Richard Ramírez”, era que siempre expedía un fuertísimo olor nauseabundo, muy seguramente en grotesca alusión a la muerte y a satán. Ricardo Leyva, era un tipo muy cuidadoso en no dejar ninguna huella dactilar, sin embargo, muy desordenado en su modus actuando porque “Así lo gozaba más” ¡Según sus propias afirmaciones!
La fiscalía de los Ángeles, finalmente le comprobó 14 homicidios, acreditándosele también 5 intentos de asesinato, 9 violaciones (3 de ellas en contra de menores de edad), 2 secuestros, 4 actos de sodomía, 2 felaciones forzadas, 5 robos y 14 allanamientos de morada. Por esos delitos y de acuerdo al sistema de acumulación de sanciones de los Estados Unidos, en octubre de 1989 se le impusieron 19 condenas capitales por tanta atrocidad, hasta que finalmente falleció el siete de junio de 2013 de un problema incurable en su organismo y en espera de ser ejecutado, en el llamado ‘Corredor de la Muerte’ de California.
Sirva la brevedad explicativa de esta muestra criminal, para robustecer la descripción a la que nos referimos y que muy seguramente, se extiende a lo largo y ancho del mundo con otros frívolos criminales. Cada día y con la nociva influencia de esta fatalidad socio-cibernética envolvente, además de diversos factores internos detonantes, se ha incrementado exponencialmente el nivel de monstruosidad; sadismo demoledor y perversión humana, la cual y sin duda alguna inicia dentro de casa; continúa en el pequeño y primer círculo social, para luego estallar de manera imparable dentro del resto del colectivo humano. Finalmente, y de manera crimino-axiológica, podemos señalar que en buena medida, las conductas más atroces empiezan por una simple e irrespetuosa travesura que fue permitida por quienes, a tiempo, tuvieron la obligación de ponerle freno y no lo hicieron.
Indudablemente ¡El etéreo paraíso de un escurridizo asesino, es el inmenso rompecabezas que ha de armar con inteligencia y sumo cuidado, el mejor investigador que se precie de serlo!
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